En el problema de la adopción se deben de tomar en consideración aspectos que son generales y aspectos que son especiales, los cuales de ninguna manera deberían de ser tratados como reglas.
Hablemos de una regla que tiene que ver con la naturaleza, la cual es muy necia: los niños se conciben de células sexuadas, de las que sólo hay de dos tipos: de varón o de mujer, y se requieren de una y otra para que pueda nacer un hijo.
Debido a la dinámica misma de la sociedad, surgen algunos casos especiales como el hecho de que existan niños que requieren de padres que no son los suyos para que ayuden a su crecimiento. Esos casos especiales son atendidos por el Estado y por instituciones de la sociedad a través de la adopción. Cuando hablamos de niños que no pueden ser cuidados por sus padres, ya sea porque fueron abandonados, porque sus padres fallecieron, o porque no quisieron hacerse cargo de ellos, no podemos dejar de mencionar que, en la mayoría de esos casos, se trata de un drama humano.
En cualquier caso, cada uno de esos niños que está en proceso de adopción fue concebido por un varón y por una mujer. Cada uno de esos niños, como todo ser humano, requiere, de acuerdo a numerosos estudios, de las figuras del padre y la madre para desarrollarse adecuadamente.
Lo anterior parece ser que no ha sido un impedimento para que grupos de homosexuales hayan logrado que en algunos países de Europa y en algunos estados de EUA, sus gobiernos den en adopción a niños a parejas homosexuales.
Es aquí donde entran los intereses de los grupos homosexuales que pretenden presentar ante la sociedad que puede haber “familias” que sean de parejas del mismo sexo, las cuales pueden criar –que no concebir– hijos. En este caso, pretenden que una excepción se considere como algo que debe ser incluido en la regla general.
Así, el proceso que han seguido estos grupos ha pasado desde la lucha en contra de la discriminación, argumento que siguen esgrimiendo hasta ahora, a posturas en las que exigen un trato privilegiado por parte de la sociedad por el simple hecho de ser homosexuales.
Así, exigen no sólo que se adapte la institución de la familia a sus requerimientos, sino que se les reconozca como un derecho la posibilidad de que les sean dados niños para que puedan formar “familias” de acuerdo a sus necesidades.
Y es que pareciera que estos grupos no tienen límites en cuanto a sus exigencias de trato preferencial, al grado que no tienen empacho en presentar como “derechos” la adecuación de las leyes y la cultura de la sociedad a su modo de vida.
José Manuel Ortiz
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