viernes, 28 de noviembre de 2008

NIÑA DE 13 AÑOS RECHAZA TRANSPLANTE DE CORAZÓN

Una vez más se utiliza un lenguaje engañoso. La prensa sensacionalista nos habla de que Hannah Jones, la niña británica de 13 años que no quiere someterse a un transplante de corazón, ha ganado la batalla para “morir con dignidad”.
Hannah tiene dos opciones, las dos son moralmente lícitas: asumir los riesgos del transplante y su tratamiento posterior con el fin de vivir unos años más, o rechazar el transplante y esperar el momento natural de su muerte.
No tiene sentido que algunos hablen de “muerte digna” tratando de relacionar este caso que no tiene ningún tipo de problema ético, con otros bastante más discutibles, para conseguir adeptos a su campaña de legalización de la eutanasia.
La decisión de Hannah Jones es perfectamente respetable y comprensible. Esta chica ha rechazado un tratamiento que no está obligada moralmente a recibir, y morirá cuando su corazón deje de latir o cuando, de manera natural, su organismo diga ¡ya!
Pero nadie le va administrar sustancias para matarla ni le va a retirar algún medio que le impida alimentarse o hidratarse, que son cuidados básicos, proporcionados y necesarios.
Por tanto, este caso no tiene ningún parecido con los que los partidarios de la eutanasia quieren “vendernos”, y que son aquellos en los que se provoca la muerte directamente, o por omisión de cuidados básicos.
Una vez más recordamos que el término “muerte digna” forma parte de los eufemismos de la cultura de la muerte. La dignidad la tiene el ser humano desde su concepción, y es nuestra obligación facilitar que todos puedan nacer y disfrutar de unas condiciones de vida de acuerdo a esa dignidad.
Deseamos que el tiempo que le quede de vida a Hannah Jones, lo viva en plenitud, con el cariño de su familia y amigos, y preparada psicológica y espiritualmente.
Alicia Latorre, presidenta de la Federación Española de Asociaciones Provida

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