Por Juan C. Sanahuja
Re-evangelizar. La rebelión contra la Humanae vitae. Consejos para la práctica médica. La objeción de conciencia. La mujer deja de ser mujer con las hormonas anticonceptivas.
El 6 de noviembre, en Roma, la Federación Internacional de Asociaciones Médicas Católicas (FIAMC), con motivo de celebrarse este año el 40° aniversario de la Humanae vitae, dio a conocer un extenso documento en el que reafirmando la doctrina de esa encíclica de Pablo VI, se insiste en la urgente necesidad por parte de todos los médicos católicos de proclamarla “a través del testimonio personal en su actividad médica”.
Re-evangelizar
Dice la FIAMC: “En esta misión a la que todos nosotros, los médicos, hemos sido especialmente llamados, no podemos olvidar que nuestra tarea es, por una parte, la re-evangelización interna de los miembros de las instituciones católicas, en especial de los centros médicos, y por otra parte, una nueva evangelización hacia afuera, hacia todas las instituciones y áreas de la vida, lo que puede requerir de gran entrega, coraje y sacrificio personal”.
Tras afirmar varias veces que cualquier forma de regulación artificial de la natalidad está estrictamente prohibida ya que es intrínsecamente mala y, por lo tanto, no puede justificarse de ningún modo con argumento alguno, la FIAMC reafirma que “la doctrina de la Iglesia plasmada en Humanae vitae es ante todo una explicación de la ley moral natural comprensible para la razón humana. En el caso de que no se llegue a la comprensión del texto, debe aceptarse humildemente, con sencillez de espíritu, una obediencia práctica basada en la confianza de que la doctrina de la Iglesia dispone de una comprensión más profunda de estas obligaciones de moral natural”.
La rebelión contra la Humanae vitae
La declaración constata que, sin embargo, “apelando a la conciencia adulta de cada uno, no se tuvo ningún pudor en reclamar, con constantes proclamas y referendos eclesiásticos, el ‘derecho democrático’ del pueblo del Señor a decidir por sí mismo, autocráticamente, acerca de la estructura de la Iglesia y de sus inalterables declaraciones doctrinales”, como por ejemplo, la Declaración de Königstein en Alemania o la Declaración de Mariatrost en Austria, en las que se promovió la desobediencia a estas enseñanzas doctrinales. “Hoy muchos piden a los responsables que admitan claramente su culpa y rectifiquen”, afirma la declaración de la FIAMC. (Vid. NG 929 Canadá: la vuelta a la Humanae vitae).
Consejos para la práctica médica
Con lenguaje claro y directo el documento afirma: “El ejercicio médico no puede llegar nunca al extremo de poner en peligro la salvación eterna del paciente o del médico”.
Citando el n. 74 de la encíclica Evangelium vitae, la FIAMC recuerda al obligación de acudir a la objeción de conciencia por parte de los médicos, porque cada vez es más frecuente que se les pida “especialmente a los ginecólogos y los especialistas en medicina general al servicio de la salud pública, que aseguren el suministro a la población de contraceptivos, preservativos, de la ‘píldora del día después’, etc., y que se muestren abiertos a otras formas nuevas de la llamada ‘salud reproductiva’ (esterilización, fecundación in vitro, diagnóstico prenatal para la selección, aborto, etc.)”, participando así “en una cultura de la muerte que se opone decididamente a la moral natural y a la doctrina de la Iglesia”.
Para la Federación, deberían formarse redes internacionales en defensa de los médicos objetores de conciencia, para que estén “a salvo no sólo de sanciones penales, sino también de cualquier daño en el plano legal, disciplinar, económico y profesional”, (Enc. Evangelium vitae, n. 74).
Recordamos que el mismo número de la Evangelium vitae dice que: “A veces las opciones que se imponen son dolorosas y pueden exigir el sacrificio de posiciones profesionales consolidadas o la renuncia a perspectivas legítimas de avance en la carrera”.
Por eso, entre otras cosas, la FIAMC pide a las universidades y hospitales católicos, que están llamados a seguir la doctrina de la Humanae vitae, que ayuden generosamente formando una red internacional de personal docente altamente cualificado, en vistas a la formación de médicos católicos que se encuentren discriminados o bajo una inaceptable presión a causa de sus convicciones morales, para que puedan especializarse en el área de la obstetricia y la ginecología. También las universidades y hospitales católicos, dice la FIAMC, deben estar abiertos para dar trabajo sólo a quienes respeten la ley natural y la doctrina de la Humanae vitae.
Algunos efectos secundarios
Dejando en claro que no se debe medir la maldad moral del acto anticonceptivo por los efectos secundarios de los anticonceptivos, ya que el acto anticonceptivo es siempre intrínsecamente malo, y por lo tanto, “también el uso de un contraceptivo completamente libre de efectos secundarios es absolutamente condenable”, la Federación advierte que “muchos anticonceptivos tienen además un efecto abortivo, lo que, aunque sea un efecto secundario, es absolutamente inaceptable”.
Además, “en no pocos casos se acaban juntando un gran abanico de efectos secundarios no deseados, más o menos graves, como la trombosis, la apoplejía, el cáncer, etc.”
La mujer deja de ser mujer
Concluye el documento diciendo: “Un importante efecto secundario de todos los anticonceptivos hormonales, si se toman durante largos periodos de tiempo, es su efecto sobre el cerebro, sobre todo el sistema nervioso y los órganos sensoriales, que están repletos de receptores hormonales. De hecho afecta a todo el cuerpo y, por lo tanto, al comportamiento social propio de la mujer, a su vida emocional, así como a su sensibilidad y a su feminidad. La potencial peligrosidad de este efecto secundario por ahora no se puede apreciar suficientemente. Pero lo cierto es que, este efecto de alteración hormonal en todas las células que disponen de receptores de hormonas en el cuerpo humano, afecta a todas las mujeres que toman anticonceptivos hormonales”. FIN, 15-11-08
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