Lo pide el Consejo Pontificio para los Laicos en su XXIII Asamblea plenaria, celebrada en Roma del 13 al 15 de noviembre
A los veinte años de la publicación de la exhortación apostólica de Juan Pablo II Christifideles laici, la Iglesia es consciente de la urgencia del compromiso de los laicos en la vida pública, donde ofrezcan una alternativa a la ideología de género y al relativismo que imperan en la cultura actual.
Así lo constatan el medio centenar de personas, la mayoría de ellos laicos, que están participando en la XXIII Asamblea plenaria del Consejo Pontificio para los Laicos, en Roma del 13 al 15 de noviembre.
En la inauguración de las jornadas, el jueves, el presidente del Consejo Pontificio para los Laicos, el cardenal Stanislaw Rylko ha destacado la necesidad de que los cristianos “seamos valerosamente nosotros mismos”, con capacidad de respuesta ante la “dictadura del relativismo”.
“Nuestro verdadero problema no es ser una minoría, sino haber llegado a ser voluntariamente marginales, irrelevantes, por falta de valor, para que nos dejen en paz, por nuestra mediocridad", ha advertido.
Para el cardenal Rylko, “está ganando terreno la prisa por crear un 'hombre nuevo', completamente alejado de la tradición judeo-cristiana, un nuevo 'orden mundial', una nueva 'ética global'", con lo que surge un ‘nuevo anticristianismo’ que hace aceptar como políticamente correcto atacar a los cristianos y a los católicos en particular” y “quien quiera vivir y actuar según el Evangelio de Cristo debe pagar el precio en medio de las libérrimas democracias occidentales".
Actuar en el ámbito familiar, el trabajo, la cultura
El viernes, laicos destacados como la presidenta de la Red Europea del Instituto de Política Familiar Lola Velarde, el coreano Thomas Han Hong-Soon, el presidente de los Caballeros de Colón Carl Albert Anderson, el presidente de la asociación E-Cristians Josep Miró i Ardèvol, el diputado italiano Luca Volonte y el nuevo presidente de la Comunidad de San Egidio Alessandro Zuccari, han señalado la necesidad de la implicación de los laicos en la defensa de la vida y la familia, en el trabajo y la economía, en la educación y la cultura, en los medios de comunicación, en la política y en el orden internacional.
En las diversas intervenciones, han surgido varias voces críticas con la política del gobierno español liderado por José Luis Rodríguez Zapatero, que han alertado del peligro de que la ideología de género como principio de gobierno se exporte de España a otros países.
Sobre la importancia de la comunicación cristiana, Miró i Ardèvol ha indicado la necesidad de que sirva a la verdad, la libertad, la justicia y el bien común, en un mundo en el que “se ha perdido el sentido y la necesidad de la verdad” y en una sociedad fragmentada por el relativismo, en la que “se está perdiendo la unidad de sentido entre emisor y receptor, necesaria para establecer comunicación”.
“Comunicar para los cristianos debería ser, antes que nada, un acto de amor, de caridad, un acto que procura el bien, promueve la verdad, persigue la justicia, busca la belleza”, ha dicho, tras tomar como referencia la comunicación de Dios con el hombre, en el Génesis o a través de la Encarnación.
Miró i Ardèvol ha invitado a “modificar los actuales marcos referenciales; esto es, las formas de pensar comúnmente aceptadas a partir de las cuales las gentes forman criterio y emiten juicios porque parte de estos marcos referenciales eliminan la idea de Dios, dificultan el desarrollo de la fe, filtran o impiden la llegada con pleno sentido del hecho cristiano, y también, porque están destruyendo los fundamentos objetivos sobre los que se asienta la familia, la educación y la sociedad en gran parte del mundo”.
Los participantes en la Asamblea serán recibidos mañana en audiencia por el Papa Benedicto XVI y realizarán también un balance de la actividad del Consejo Pontificio para los Laicos de los últimos 5 años y estudiarán propuestas para el futuro.
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