La propuesta fue presentada el 23 de abril de este año en el plenario de dicha organización, personalmente por el Presidente de Bolivia, Evo Morales, misma que fue respaldada por más de 60 países y luego aprobada por aclamación por los 192 integrantes de la ONU.
El Presidente boliviano dijo ante la Asamblea General que “no sólo los seres humanos tienen derechos humanos, sino que la Madre Tierra (Pachamama, en lengua quechua de los indígenas andinos) debe tener derechos, debemos apelar a nuestra razón, sensatez, porque la vida humana no es posible sin la Madre Tierra”.
En su intervención, extrañamente realizada después de la aprobación del documento que otorga el nuevo título al planeta, afirmó el mandatario andino que el siglo XXI debe ser considerado el de los derechos de la Madre Tierra y de todos los seres que en ella habitan.
“Ha llegado el momento de reconocer que la tierra no nos pertenece, sino que nosotros pertenecemos a la Tierra”, aseguró. Además, recordó en su condición de primer presidente indígena de Bolivia, el “carácter sagrado” que los pueblos andinos conceden a la Pachamama a la que profesan adoración por considerarla su protectora.
“Estoy convencido que la Madre Tierra es más importante que el ser humano”, aseveró el mandatario. Por ello, propuso también que la ONU estudie la creación de una Declaración Universal de los Derechos de la Madre Tierra, que conceda al planeta la misma protección sobre sus derechos fundamentales que el documento que desde hace 60 años le reconoce al ser humano.
Morales propuso entusiasmado cuatro acciones que equivaldrían a “los cuatro derechos de la Madre Tierra”:
Primero.- El derecho a la vida, el derecho a existir para que ningún ecosistema animal, vegetal, nevado, río o lago, sea exterminado por una actitud irresponsable de los seres humanos.
Segundo.- El derecho a la regeneración de su biocapacidad. La madre tierra tiene que poder regenerar su biocapacidad, la madre tierra tiene que poder regenerar su biodiversidad (sic). El desarrollo no puede ser infinito, hay un límite y ese es la regeneración de las especies. Es más importante producir oxígeno que monóxido de carbono.
Tercero.- El derecho a una vida limpia, sin contaminación, los ríos, los peces, los animales, los árboles y la tierra tienen derecho a vivir en un ambiente sano.
Cuarto.- El derecho a convivir con la conciencia de controlar nuestra evolución para promover la armonía con la naturaleza.
Finalmente aseveró que “el sistema capitalista hizo que los seres humanos sean dueños de la tierra. Ahora se debe reconocer que nosotros pertenecemos a la Tierra”.
Es importante recordar que el ex secretario general de la ONU, Kofi Annan, en el discurso inaugural de la Reunión Pekin+5, hizo suyo el lema con el que se caracterizaron las ecofeministas en la Conferencia: “Nosotros no somos huéspedes de este planeta. Nosotros le pertenecemos”.
Tampoco cabe duda que las fantásticas elucubraciones ecológicas de Leonardo Boff, expresadas en el “III Foro Mundial de la Teología de la Liberación” efectuado en enero pasado en Belem do Pará, Brasil, consistentes en sostener que “Gaia” (la tierra) es un ser viviente que se auto regula y del cual los seres humanos somos partículas, están también presentes en la propuesta de Evo Morales en la sede de la ONU.
Es en verdad sorprendente que con esta argumentación se sostenga algo que cualquier jurista conoce perfectamente: sólo las personas somos sujetos de derechos. ¿De dónde viene ahora la invención de que “el planeta tierra” tiene derechos, como si fuera un ser personal?
En realidad se trata del surgimiento de “los derechos” contra el Derecho. Hoy se hacen leyes que otorgan o reconocen “derechos” que no son tales, como son el caso del aborto y la eutanasia. Es decir, se proclaman leyes que no son legítimas, que son inmorales por ir en este caso contra el derecho natural a la vida… ¡y les llaman leyes!
Pero ahora que en Bolivia (Evo Morales) y en Ecuador (Rafael Correa) han proclamado sus “nuevas constituciones refundantes de la nación”, los llamados derechos de la Madre Tierra han sido reconocidos. Pero lo que resulta un verdadero atropello al sentido común es que en la ONU se acepten y proclamen los “derechos de la Madre Tierra” que en verdad vienen a expresarse como un culto neopagano.
Quedó tirado por la borda el mensaje de Dios Creador, contenido en las sagradas escrituras: “Creced y multiplicaos, henchid la tierra y enseñoreaos de ella”. Lo cual no significa ni justifica el actual proceso de contaminación y destrucción de la naturaleza por el inadecuado manejo de los desperdicios industriales que afectan el aire, el agua y la tierra.
Esto debe ser atendido, hay que reconciliar al ser humano con la naturaleza. Pero de ahí a “fundar” una concepción neopagana de rescate de “religiones y teologías indígenas o primitivas”, para decir que se van a resolver estos problemas, hay un abismo de racionalidad perdida, sustituida por ideologizaciones religiosas que confunden a muchos y preparan el advenimiento de un “control mundial” que rompe el legítimo derecho estatal de las naciones, sustituyéndolo por la “obligatoriedad” de un derecho positivo internacional dictado desde la Organización de las Naciones Unidas.
Federico Müggenburg
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