viernes, 17 de abril de 2009

RINNO FISICHELLA: "LA ADOPCIÓN EMBRIONARIA NO ES UN ASUNTO RESUELTO"

ALBA entrevista al presidente de la Academia Pontificia para la Vida, asistente a la inauguración de la cátedra de bioética "Jérôme Lejeune", donde se reafirmó que el principio científico de que la la vida comienza en la fecundación.
ALBA, por Luis Losada Pescador.- El documento Dignitatis Personae parecía haber resuelto el dilema sobre el futuro de los embriones humanos a favor de su destrucción. Sin embargo, Mons. Fisichella, señala que el tema no está resuelto y que será tratado en la próxima asamblea de la Academia para la Vida. Además, apela a la "comprensión y la misericordia" para acoger a las mujeres que se han sometido a un aborto provocado.
Mons. Fisichella estuvo en Madrid el pasado miércoles 25, Día del Niño por Nacer. Acudía al acto de inauguración de la cátedra de bioética Jérôme Lejeune que dirige Mónica López Barahona. Ambos reafirmaron el valor de la vida humana desde su inicio. "No hay ninguna duda científica de que la vida comienza en el momento de la concepción", afirmó López Barahona.
¿Y si algún sacerdote afirma que la vida comienza en el momento de la implantación?
"Debe regresar a la escuela", afirma con contundencia Mons. Fisichella. "No es un asunto discutible, es una evidencia científica: la vida comienza en el momento de la concepción", reitera el presidente de la Academia Pontificia para la Vida. Tras la rueda de prensa, mantenemos una charla en ‘itañol' entendible. Mons. Fisichella ofrece mensajes para las embarazadas presionadas para abortar y para aquellas que ya han sufrido un aborto provocado.
En el documento Dignitatis Persoae se señala que la salida más digna para los embriones es dejarle morir. ¿Por qué esta opción es más digna que darlos en adopción?
En este punto yo creo que en ‘Dignatatis Persoae' no hay una respuesta definitiva, sino sólo una observación. Puedo decir que en la próxima asamblea de la Academia Pontificia de la Vida tratará este tema para una comprensión más profunda de la problemática de la adopción del embrión.
¿Nos puede dar un adelanto?
De momento tenemos que estudiar más el problema.
¿O sea que no hay una solución cerrada sobre este tema?
En el documento (Dignitatis Personae) está bien descrita una doble posición. La primera, como remedio para la infertilidad, la respuesta es negativa. Pero en el caso de la adopción, no tenemos una respuesta definitiva.
El gobierno español trabaja por un proyecto de Ley de aborto libre. ¿Cree que hay un paso atrás en el progreso social y moral de la sociedad?
Yo creo que no es el progreso, sino lo contrario. El progreso es la promoción de la vida, no la supresión de la vida. Progreso es la defensa de la vida, sobre todo de una vida inocente. Y cuando se está frente a la vida inocente, cualquier sistema jurídico debe defender la vida humana.
¿Cree que los gobiernos occidentales no han hecho suficiente para apoyar a la mujer embarazada presionada por su pareja, familia o trabajo?
Es más fácil para los gobiernos la vía del aborto que la vía de la ayuda y del apoyo. La vida de la ayuda es una vía de solidaridad. Requiere de comprensión, disponibilidad y gratuidad. También la ayuda del Estado.
¿Qué le diría Ud. a una mujer que ha abortado y que se siente arrepentida de lo que ha hecho?
No es la primera vez que en mi vida sacerdotal he escuchado una señora que ha abortado. Yo creo que normalmente, por toda la vida, la persona tiene en sí misma el remordimiento por un acto dramático. En cualquier caso, yo creo que la comprensión, la misericordia y sobre todo, la capacidad de comprender a la mujer es importante. Todos podemos cometer un error muy grave. Sin duda el aborto es un error gravísimo, porque es una interrupción de una vida humana, pero nadie puede ser excluido de la comprensión y de la misericordia.
¿Y qué le diría a una mujer que está presionada y está pensando en abortar? ¿Cuál es el mensaje de la Iglesia?
Decirle a esta mujer que no está sola. Tiene una comunidad: hermanos y hermanas que la pueden ayudar y la pueden comprender. Puede ser un momento dramático, pero también es un momento de gracia. Es un momento de comprenderse a sí misma como portadora de vida y no portadora de muerte. Es el momento para decir que la esperanza es más victoriosa que la depresión. El amor, el amor auténtico que se hace caridad y donación total, vence a la muerte.
Hace unos días se convocó una manifestación en defensa de la vida y de la mujer. Me imagino que la observa con simpatía y con esperanza...
Sin duda. En todo el mundo donde se hace una manifestación, donde se pueden crear signos concretos para la defensa y promoción de la vida pueden encontrar en la Iglesia católica la solidaridad cercana y una comprensión de una esperanza para el futuro.
No se si sabe que la semana pasada se reunieron en Madrid diputados de 16 países en defensa de la vida. ¿Qué opinión tiene la Santa Sede de esta iniciativa que está aglutinando ya a centenares de diputados y gobernantes de 34 países?
Cuando los parlamentarios se encuentran para comprender de una manera más profunda y más coherente el compromiso de responsabilidad social que tienen, se ayudan el uno al otro en la comprensión de esta responsabilidad. Creo que es positivo.
"San Agustín y Santo Tomás no conocían lo que conocemos hoy"
¿Se equivocaban San Agustín y Santo Tomás cuando afirmaban que la vida comenzaba a los 40 días de la concepción?, le preguntan a Mons. Fisichella. La pregunta trata de ser hiriente, pero es poco inteligente. "No podemos comparar los conocimientos de la época de San Agustín o Santo Tomás con los nuestros; entonces pensaban que el sol giraba alrededor de la Tierra y no podían hacerse transfusiones de sangre". Y por si fuera poco, insiste: "Si San Agustín o Santo Tomás vivieran hoy no tendrían ninguna duda en afirmar que la vida comienza en el momento de la concepción; es una evidencia científica".

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