REDACCIÓN HO.- Esta imagen fue tomada en la céntrica Calle Sagasta de Madrid. Sobre uno de los carteles de Derecho a Vivir (DAV), se puede leer claramente la pintada "Mata al facha con un hacha". Los violentos vuelven a plasmar sus consignas. En tintes de sangre, como la de Jaime, que lograron derramar este pasado sábado en Ferrol (La Coruña), un ciudadano que al margen de toda ideología osó comprometerse contra la reforma de barra libre del aborto que prepara el Gobierno, y sentarse en una mesa para recoger firmas de apoyo al derecho a la vida. Sangre tan roja como la del ciudadano chileno que osó dejar su firma en apoyo al Manifiesto de Derecho a Vivir...
"Mata al facha con un hacha". Frente a toda evidencia, cuando la marea roja por la Vida nos ha unido a todos sin diferencias de ideologías o de partido, religiosos o puramente materialistas, miles de reconocidos profesionales o millares de ciudadanos anónimos, alguien apela desde las sombras que dan refugio al fanatismo a ejecutar al que osa discrepar, previamente marcado con el hierro que le repudia para reducirle al gueto de los parias, sin más argumento que el del odio irracional que mueve la mano del verdugo.
"Mata al facha con un hacha". Mensaje de muerte, amenaza que responde a la sinrazón del caldo de cultivo que la alimenta, tanto más condenable cuanto se cuece en las cocinas de nuestros Gobernantes. Bibiana Aído, la ministra que por su responsabilidad como titular de una cartera que rotula "Igualdad" debería ser la primera en condenar esta violencia que trata de establecer ciudadanos de primera y ciudadanos merecedores de la pena capital, fue precisamente quien estableció públicamente las bases que alimentan el odio, al tachar con suma irresponsabilidad a quienes osaban rechazar y criticar su reforma proabortista, cometiendo la desfachatez de proponer alternativas, de fanáticos. Toda una ministra que advertía a quienes discreparan que sus ideas debían circunscribirse al "ámbito individual y privado". Una ministra que desde su blog Amanece en Cádiz este mismo mes de abril, en una entrada titulada Lo que nos une y lo que nos separa, nos reprochaba el hacer "tanto ruido".
Es esta misma ministra del Gobierno de la nación, Bibiana Aído, quien sigue sin condenar la grave agresión cometida contra voluntarios DAV en Ferrol y contra un ciudadano inmigrante, que merecieron una paliza por la osadía de ejercitar su derecho a la libertad de expresión y comprometerse contra lo que manda la ortodoxia de la ideología que nos tratan de vender como imperante, y que no corresponde a la realidad social, sino solamente a las falacias de quienes se erigen en elite para proteger el pensamiento único que les apoltrona en el poder.
"Mata al facha con un hacha". Mientras siga el silencio cómplice, el lavatorio de manos y la impunidad, continuarán las amenazas. Nos tendrán en frente, porque si de algo estamos seguros es de la fuerza de nuestras convicciones, alimentada por la razón que nos asiste. Ante el verdugo oculto en la sombras, un paso adelante con la luz de la Vida.
"Mata al facha con un hacha". Frente a toda evidencia, cuando la marea roja por la Vida nos ha unido a todos sin diferencias de ideologías o de partido, religiosos o puramente materialistas, miles de reconocidos profesionales o millares de ciudadanos anónimos, alguien apela desde las sombras que dan refugio al fanatismo a ejecutar al que osa discrepar, previamente marcado con el hierro que le repudia para reducirle al gueto de los parias, sin más argumento que el del odio irracional que mueve la mano del verdugo.
"Mata al facha con un hacha". Mensaje de muerte, amenaza que responde a la sinrazón del caldo de cultivo que la alimenta, tanto más condenable cuanto se cuece en las cocinas de nuestros Gobernantes. Bibiana Aído, la ministra que por su responsabilidad como titular de una cartera que rotula "Igualdad" debería ser la primera en condenar esta violencia que trata de establecer ciudadanos de primera y ciudadanos merecedores de la pena capital, fue precisamente quien estableció públicamente las bases que alimentan el odio, al tachar con suma irresponsabilidad a quienes osaban rechazar y criticar su reforma proabortista, cometiendo la desfachatez de proponer alternativas, de fanáticos. Toda una ministra que advertía a quienes discreparan que sus ideas debían circunscribirse al "ámbito individual y privado". Una ministra que desde su blog Amanece en Cádiz este mismo mes de abril, en una entrada titulada Lo que nos une y lo que nos separa, nos reprochaba el hacer "tanto ruido".
Es esta misma ministra del Gobierno de la nación, Bibiana Aído, quien sigue sin condenar la grave agresión cometida contra voluntarios DAV en Ferrol y contra un ciudadano inmigrante, que merecieron una paliza por la osadía de ejercitar su derecho a la libertad de expresión y comprometerse contra lo que manda la ortodoxia de la ideología que nos tratan de vender como imperante, y que no corresponde a la realidad social, sino solamente a las falacias de quienes se erigen en elite para proteger el pensamiento único que les apoltrona en el poder.
"Mata al facha con un hacha". Mientras siga el silencio cómplice, el lavatorio de manos y la impunidad, continuarán las amenazas. Nos tendrán en frente, porque si de algo estamos seguros es de la fuerza de nuestras convicciones, alimentada por la razón que nos asiste. Ante el verdugo oculto en la sombras, un paso adelante con la luz de la Vida.
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