El investigador demográfico, Dennis Howard, pronosticó las consecuencias económicas del aborto a largo plazo en su libro de 1997, The Abortion Bomb: America’s Demographic Disaster (La Bomba del Aborto: El Desastre Demográfico de Estados Unidos).
Howard escribió: “Veo pocas esperanzas de que podamos evitar un eventual colapso de Wall Street que hará que la década de los 30 parezca como canjear sus tarjetas después de un mal juego de Monopolio”. Si bien el S 500 (uno de los índices bursátiles más representativos de la situación del mercado en Estados Unidos) no ha alcanzado totalmente los niveles característicos de la Gran Depresión, los gráficos más recientes están empezando a tener algo más que una ligera semejanza con los gráficos de la situación de esa época. Howard, cuya experticia es la investigación de mercados, ha estado rastreando los efectos del aborto institucionalizado en la economía estadounidense desde 1995, y predijo el descenso en el que actualmente nos encontramos.
“No importa cómo lo miren –escribe Howard en una artículo de 2008 titulado The $35 Trillion Elephant in the Living Room (El elefante de los 35 mil billones de dólares que tenemos en la sala de la casa)–, el agresivo control poblacional tendrá un enorme costo en el crecimiento económico del futuro que no podrá recuperarse nunca. Efectivamente, es una pérdida que repercutirá a través de las futuras generaciones. Sin un nuevo y gran baby boom que dure otros 40 ó 50 años, aquel crecimiento se habrá perdido para siempre”. “No tenemos una crisis de endeudamiento –continúa–, tenemos una crisis de muerte”. De acuerdo con Howard, una proyección conservadora de la pérdida del Producto Bruto Interno a causa del aborto asciende al increíble monto de 35 mil billones de dólares. Si toman en cuenta el número de bebés perdidos por los anticonceptivos abortivos como la píldora, IUDS y RU-486, el número se duplica.
“Se puede calcular la población faltante tomando como base las tendencias de nacimientos anteriores –dijo en una entrevista con Population Research Institute (PRI)–, y luego las modificaciones que sufrieron en un periodo de tiempo”. Howard basa sus cálculos en el aporte económico directo de los individuos a la economía.
Al hacer estas verificaciones estadísticas, la situación es exactamente la contraria a la supuesta “sobrepoblación”. En lugar de una “bomba poblacional”, Howard afirma categóricamente que estamos enfrentando una “bomba del aborto”.
A diferencia de las predicciones falsas de Ehrilich, las advertencias de Howard se vienen cumpliendo en el presente. No estamos hablando de un cronograma exactamente, pero sus estimados son sorprendentemente acertados.
Por ejemplo, pronosticó una probabilidad de 50 por ciento de un colapso económico dramático para el año 2000, una probabilidad de 80 por ciento para 2010, y de 100 por ciento para 2020. Para entonces, insistió que el colapso sería una certeza económica. Mientras que estos plazos son algo inexactos como para ser considerados un pronóstico, lo cierto es que la escasez de nacimientos está empeorando nuestra actual recesión económica.
A los factores que nos han empujado a la actual crisis económica, desde prácticas de intereses inescrupulosos para compradores de casas, hasta la falta de una supervisión reguladora en Wall Street, debemos agregar el aborto. Otra perspicacia interesante de Howard tiene que ver con las economías regionales de Estados Unidos. Durante la crisis económica de 1989-1994, encontró que la economía se recuperó más rápidamente en aquellos estados con baja tasa de abortos.
De hecho, afirma que “los estados con tasas bajas (de aborto) casi no sufrieron recesión alguna, mientras que aquellos con tasas elevadas, principalmente estados demócratas, estuvieron en recesión cinco años más tarde”.
¿Cómo sugiere Howard reactivar la economía en el presente?
Concientizar a la gente de la importancia de los bebés, incluso a aquellos que defienden la vida. Howard dijo que muy a menudo no se alcanza a ver “la complejidad de este asunto y cuán serio y fundamental es para nuestra sociedad”.
Enfatiza el poder de las leyes y reglamentos a favor de la vida (menciona específicamente la enmienda Hyde). Más importante en su opinión es el tema de la educación. “Tenemos que educar al público –dice–. El problema es que la mayoría de gente es totalmente ignorante acerca de lo que les está costando a ellos mismos y lo que cuesta al país en general”. Este punto está subrayado en su artículo. “Necesitamos restablecer el verdadero poder de la gente haciendo un gobierno más receptivo a las necesidades de los trabajadores y sus familias –señala–. Necesitamos reconocer que las familias son el fundamento social y unidad económica de una sociedad por la simple y más profunda razón de que ellos son la fuente de toda oferta y demanda”. Como muy bien sabemos en el PRI, hay que tener el suficiente coraje para realizar esta clase de razonamientos. La ética del aborto a requerimiento continúa dirigiendo todos sus esfuerzos para evitar comprometerse en un debate serio.
Howard se lamenta de la hostilidad reinante entre los intelectuales demográficos que mantiene una situación donde “a cualquier defensor de la vida que ve la conexión entre el aborto y los males económicos del mundo, lo hacen sentir como un zorrillo en una fiesta al aire libre”.
Nosotros, en Population Research Institute, hemos observado este fenómeno en nuestro trabajo también. No importa cuántos hechos, estadísticas y números podamos reunir para sustentar nuestra causa, a la postre nuestros argumentos siempre serán desestimados a priori por los defensores del aborto a ultranza. La conexión entre tasas de natalidad sólidas y el crecimiento económico ha sido permanentemente ignorada. Quizá ahora, con el colapso económico que nos rodea, estos argumentos puedan ser escuchados como se merece.
Fuente: Population Research Institute
Concientizar a la gente de la importancia de los bebés, incluso a aquellos que defienden la vida. Howard dijo que muy a menudo no se alcanza a ver “la complejidad de este asunto y cuán serio y fundamental es para nuestra sociedad”.
Enfatiza el poder de las leyes y reglamentos a favor de la vida (menciona específicamente la enmienda Hyde). Más importante en su opinión es el tema de la educación. “Tenemos que educar al público –dice–. El problema es que la mayoría de gente es totalmente ignorante acerca de lo que les está costando a ellos mismos y lo que cuesta al país en general”. Este punto está subrayado en su artículo. “Necesitamos restablecer el verdadero poder de la gente haciendo un gobierno más receptivo a las necesidades de los trabajadores y sus familias –señala–. Necesitamos reconocer que las familias son el fundamento social y unidad económica de una sociedad por la simple y más profunda razón de que ellos son la fuente de toda oferta y demanda”. Como muy bien sabemos en el PRI, hay que tener el suficiente coraje para realizar esta clase de razonamientos. La ética del aborto a requerimiento continúa dirigiendo todos sus esfuerzos para evitar comprometerse en un debate serio.
Howard se lamenta de la hostilidad reinante entre los intelectuales demográficos que mantiene una situación donde “a cualquier defensor de la vida que ve la conexión entre el aborto y los males económicos del mundo, lo hacen sentir como un zorrillo en una fiesta al aire libre”.
Nosotros, en Population Research Institute, hemos observado este fenómeno en nuestro trabajo también. No importa cuántos hechos, estadísticas y números podamos reunir para sustentar nuestra causa, a la postre nuestros argumentos siempre serán desestimados a priori por los defensores del aborto a ultranza. La conexión entre tasas de natalidad sólidas y el crecimiento económico ha sido permanentemente ignorada. Quizá ahora, con el colapso económico que nos rodea, estos argumentos puedan ser escuchados como se merece.
Fuente: Population Research Institute
Steven W. Mosher
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