martes, 2 de diciembre de 2008

¿HAY "ASESINATOS PEQUEÑOS"?

El Papa Benedicto XVI dice en un nuevo libro publicado como Romano Pontífice, que la Iglesia Católica nunca podrá aceptar las leyes que permiten el aborto. Y la razón es clara, porque no existen “asesinatos pequeños”. La Europa de Benedicto XVI: En la crisis de las culturas, es una compilación de tres grandes discursos entre 1992 y 2005, cuando el actual Papa aún era el Cardenal Joseph Ratzinger y dirigía el departamento del Vaticano que protege la rectitud doctrinal que se enseña a los fieles. El último discurso es del 1 de abril, un día antes de la muerte del Papa Juan Pablo II y tres semanas antes de la elección de Benedicto XVI.
En una sección del libro, el Papa se pregunta por qué la Iglesia no debería aceptar el aborto que es legal en muchos países. “¿Por qué no aceptar nosotros mismos el hecho de que perdimos esa batalla y dedicar en su lugar nuestras energías a proyectos en los que podamos alcanzar un mayor consenso social?”, interroga Benedicto XVI.
Y nos contesta: Porque sería una solución hipócrita y superficial. “Reconocer la naturaleza sagrada de la vida humana y su inviolabilidad sin ninguna excepción no es un problema menor o algo que puede ser considerado parte del pluralismo de opiniones en la sociedad moderna”, escribe. “No existen los ‘asesinatos pequeños’. El respeto por cada vida singular es una condición esencial para todo lo que merezca ser llamado vida social”, añade.
Una lectora comentó, a propósito de que no existen asesinatos pequeños: “La frase es muy buena; este Papa cada vez me gusta más”. El lector recodará la impresionante figura y la obra del genetista francés, Jèrôme Lejeune, en defensa razonada de la vida humana en gestación, que él sintetiza: “el aborto es un crimen aunque el cadáver sea muy pequeño”. Benedicto XVI, con motivo del Año Paulino, se centró el miércoles pasado en la predicación del apóstol de los gentiles, que era la experiencia del amor de Cristo en la Cruz, un anuncio –el de Dios encarnado en Cristo, muerto y resucitado– que “en la cultura antigua no parecía tener espacio”.
“La Cruz, por todo lo que representa y también por el mensaje teológico que contiene, es escándalo y necedad”, afirmó el Papa.
“Si para los judíos el motivo de rechazo de la Cruz se encuentra en la Revelación, es decir, en la fidelidad al Dios de sus padres; para los griegos –los paganos–, el criterio de juicio para oponerse a la Cruz es la razón”.
Para los judíos, la Cruz era un “escándalo”, es decir, “trampa o piedra de tropiezo: parece obstaculizar la fe del israelita”; mientras que para los griegos “ya era inaceptable que Dios se hiciera hombre, sumergiéndose en todos los límites del espacio y del tiempo. ¡Por tanto, era decididamente inconcebible creer que un Dios pudiera acabar en una Cruz!”.
Esta mentalidad “no es muy distinta del mundo actual”; sin embargo, “a siglos de distancia de Pablo, vemos que ha vencido la Cruz y no la sabiduría que se opone a la Cruz”. “El ‘escándalo’ y la ‘necedad’ están precisamente en el hecho que ahí donde parece haber sólo fracaso, dolor, derrota, precisamente allí, está todo el poder del Amor ilimitado de Dios porque la Cruz es expresión de amor, y el amor es el verdadero poder que se revela precisamente en esta aparente debilidad”, añadió el Obispo de Roma.
Al haber experimentado este amor en su propia persona, la Cruz pasó a ser para Pablo “la razón de su vida y el motivo de su predicación”, explicó el Pontífice.
El “evangelio de la gracia” se convirtió así “en la única forma de entender la Cruz, el criterio no sólo de su nueva existencia, sino también la respuesta a sus interlocutores”. “San Pablo ha renunciado a su propia vida dándose totalmente a sí mismo para el ministerio de la reconciliación de la Cruz que es salvación para todos nosotros. Y esto debemos saber hacer también nosotros”, nos propone Benedicto XVI a cada uno. Y concluye:
“Debemos formar nuestra vida sobre esta verdadera sabiduría: no vivir para nosotros mismos, sino vivir en la fe en ese Dios del que todos podemos decir: ‘Me ha amado y se ha entregado a sí mismo por mí’”. Ahí radica nuestra fuerza para vencer el explicable desaliento contemporáneo, que proviene del olvido de Dios.
Emilio Palafox Marqués

No hay comentarios: