domingo, 3 de agosto de 2008

A 40 AÑOS DE LA PUBLICACIÓN DE LA ENCÍCLICA HUMANAE VITAE

Hace 40 años, el 25 de julio de 1968, Pablo VI firmaba la Humanae vitae, la encíclica que rechazaba la contracepción con métodos artificiales e iba contra el hedonismo y las políticas de planificación familiar, a menudo impuestas a países pobres por los más ricos.
“Aquel texto -señala un editorial publicado con fecha de hoy por el Osservatore Romano- levantó una oposición sin precedentes en el interior de la misma Iglesia católica”. “Raramente un texto de la historia reciente del Magisterio -escribió en 1995 el cardenal Ratzinger- se ha convertido en signo de contradicción como esta encíclica, que Pablo VI escribió a partir de una decisión tras múltiples sufrimientos”. Para explicar el disenso y las reacciones polémicas intervinieron muchos factores, del clima cultural de la época a los enormes intereses económicos implicados. A pesar de ello el Papa Montini no cambió su posición. Las decisiones tomadas entonces, en coherencia con el Concilio Vaticano II, confirmaban el principio del respeto de las leyes de la naturaleza y el de una paternidad consciente y éticamente responsable. En su discurso en la fiesta de los Santos Pedro y Pablo, explícitamente presentado como un balance del pontificado, el Papa Montini citó las encíclicas Populorum Progressio y Humanae Viatae “como expresiones de aquella vida humana que definió como elemento imprescindible al servicio de la verdad de la fe”. El documento papal es coherente con las importantes novedades conciliares sobre el concepto de matrimonio, pero a pesar de ello no quedó exento de polémica. Hoy frente a los inquietantes desarrollos de la ingeniería genética, la Humane Vitae es lúcida y profética cuando declara que; “si no se quiere exponer al arbitrio de los hombres la misión de generar la vida, se deben reconocer necesariamente los límites infranqueables a la posibilidad de dominio del hombre sobre el propio cuerpo y sobre sus funciones, límites que a ningún hombre le es lícito infringir”. En ocasión del 40 aniversario de la “Humanae vitae” también esta mañana ha sido publicada como inserción publicitaria en el Corriere della Sera una carta abierta al Papa que ataca radicalmente la encíclica de Pablo VI. En su defensa, el director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede ha escrito una nota en la que sale al paso de los grupos contestatarios que firman la invectiva, conocidos ya por sus posiciones contra el magisterio de la Iglesia, y que no se limitan al tema de la moral conyugal, sino que tocan otros argumentos como la ordenación femenina. La acusación más dura, escribe el padre Federico Lombardi, se refiere a la que ve la posición católica como causa principal de la difusión del SIDA. Una acusación manifiestamente infundada, ya que la difusión de este virus nada tiene que ver con las confesiones religiosas de las poblaciones, ni con el influjo de las jerarquías eclesiásticas. Por otra parte, las políticas iluminadas de respuesta al SIDA, fundadas principalmente con el uso del preservativo, dice el padre Lombardi, han fracasado rotundamente. La respuesta al SIDA requiere otro tipo de intervenciones más profundas y articuladas en las que la Iglesia está activa en muchos frentes. Pero sobre todo, explica el director de la Oficina del prensa de la Santa Sede, la carta no toca la verdadera cuestión central de la Humanae vitae, es decir, el nexo entre relación humana y espiritual entre cónyuges, el ejercicio de la sexualidad como su expresión y su fecundidad. Además, en toda la carta no aparece nunca la palabra “amor”, hace notar el padre Lombardi, que invita a los firmantes del artículo a releerse el discurso del Papa del pasado 10 de mayo con motivo del congreso convocado en el 40 aniversario de la encíclica, para entender el significado de la Humanae vitae y su valor profético.
En "L'Osservatore Romano" del 6 de septiembre de 1968, Jean Guitton definió la encíclica ferme mais non fermée (firme pero no cerrada), pues muestra que la "senda estrecha" del Evangelio es "la senda abierta hacia el futuro".
El cardenal jesuita Jean Daniélou, por su parte subrayaba que el documento "nos ha hecho sentir el carácter sacro del amor humano" expresando una "revuelta contra la tecnocracia".
El director de "L'Osservatore Romano" define la Humanae Vitae como un "auténtico signo de contradicción", subrayando que "no se recuerda con gusto" "por su enseñanza exigente y contra corriente" y porque "no es útil al juego corriente que pone a los papas el uno contra el otro, método quizá útil desde el punto de vista historiográfico para delinear obvias diversidades, pero que hay que rechazar cuando es usado instrumentalmente, como sucede continuamente sobre todo en el panorama mediático".
Apoyaron a Pablo VI el cardenal Karol Wojtyla, "el arzobispo de Cracovia que había tenido un papel importante en la comisión ampliada y que habría luego innovado mucho con su magisterio pontificio sobre el cuerpo y la sexualidad", y Joseph Ratzinger, "otro purpurado creado por él".
Este aspecto, concluye Vian, muestra "la vital continuidad de la propuesta cristiana también sobre el problema del control de nacimientos", que el 23 de junio el Papa definía "extremadamente grave" porque "toca los sentimientos y los intereses más cercanos a la experiencia del hombre y de la mujer".

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