Me lo envía “desde el verano austral” chileno, Felipe Torres Valdivieso. Una placa, en la puerta de una Iglesia, y sinceramente, no tengo mucho que añadir.
Clive Lewis escribió una curiosísima novela, Mientras no tengamos rostro, y la placa me ha recordado esta joya. Los abortados no llegan a tener ni nombre, pero verán el rostro de Dios. Seguro.
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