L'Osservatore Romano publicó ayer un artículo en el que propone denominar con la palabra niño al feto, ya que "en el nombre que damos está el juicio que tenemos" de las cosas.
El artículo, que está firmado por el neonatólogo italiano Carlo Bellieni, considera que "no se trata de revolucionar el vocabulario, sino de volver a llamar a las cosas por su nombre" y, por tanto, de "llamar ‘niño’ a un niño, aunque todavía no haya nacido". Bellieni sostiene que la distinción "neta" entre las palabras niño, que normalmente sólo se utiliza para denominar al hijo nacido, y feto, que se restringe a la fase anterior al parto, es reciente. Así, explica que, en realidad, con el nacimiento, lo que cambia es "bien poco". "Entra aire en los pulmones, se cierran los pequeños circuitos en el corazón, y se separa la placenta", añade.
Sin embargo, "la luz ya se filtraba en parte a través del útero estirado, el niño, dentro del útero, ya oía sonidos, ya se chupaba el pulgar, ya tenía hipo, ya tenía un corazón que funcionaba a la perfección, un cerebro que elaboraba sensaciones e incluso soñaba y sentía el dolor", detalla.
Según Bellieni, la utilización generalizada de la palabra feto es "estigmatizante" y sirve para hablar del mismo niño como si fuera "dos entidades distintas" en función del momento en que se encuentra, antes y después del parto.
Para dar más fuerza a su teoría, el experto se remonta a los escritos del artista Leonardo Da Vinci, que estudió en profundidad la anatomía del ser humano en todas sus fases, incluida la de la gestación. "Una misma alma gobierna estos dos cuerpos, y los deseos y los miedos y los dolores son comunes sea a esta criatura como a todos los demás miembros animados", anotó Leonardo da Vinci al margen de uno de sus bocetos.
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