Durante el periodo que duró la estrategia, el número de chicas menores de 16 años que fueron a las mal denominadas “clínicas de planificación familiar”, donde se imparten anticonceptivos (también los abortivos), aumentó en un 143.5 por ciento.
Durante este mismo periodo el número de recetas para la píldora del día siguiente en el mismo sector de la población aumentó en un 248.8 por ciento, y en un 321.5 por ciento para las adolescentes de 16 a 19 años de edad.
No obstante, la tasa oficial de embarazos se mantuvo casi igual y la taza de abortos aumentó. En cuanto a los casos de enfermedades sexualmente transmitidas entre las chicas de 16 a 19 años de edad, aumentó en un 58.3 por ciento.
No es difícil percatarse por qué esta estrategia ha fracasado, como lo han hecho y lo siguen haciendo los proyectos parecidos a los implementados en Estados Unidos. La disponibilidad de anticonceptivos a adolescentes vulnerables provoca un aumento de la promiscuidad.
Ningún anticonceptivo es totalmente eficaz para impedir la concepción o la implantación del embrión humano concebido en el útero de su madre, produciéndose un aborto farmacológico, o, en caso de no funcionar, un embarazo.
El aborto quirúrgico aparece entonces como el último espaldarazo a la quiebra de los anticonceptivos, diríamos que se convierte en el último anticonceptivo. Al parecer, todavía no nos hemos enterado de todo esto y continuamos empleando métodos fracasados.
Jesús D Do Madrid
No hay comentarios:
Publicar un comentario