martes, 8 de julio de 2008

UN FUNERAL CONMOVEDOR

Fr. Frank Pavone
Cientos de personas se acercaron a mí mientras se colocaba el cajón de los pequeños niños junto a la tumba en la que iban a ser depositados.
Recé con las palabras de la liturgia de la Iglesia: “Tierno pastor de tu rebaño, Rachael, Joshua, Victoria, Adam, Mary, Jacob y Grace reposan ahora en el seno de tu amor... Consuélanos con la esperanza que estos niños vivan contigo, con tu Hijo, Jesucristo y con el Espíritu Santo por los siglos de los siglos.”
La multitud respondió con un vigoroso: ¡“Amén”!
Cuatro personas que nos habían ayudado a rescatar los cuerpos de estos niños del basurero ubicado afuera de la clínica de aborto en la que fueron asesinados avanzaron. Tomaron el cajón y lo depositaron en la tumba. Cada uno de los presentes tomó un puñado de tierra y lo echó en la tumba.
Algunos niños soltaron palomas blancas que volaron bajo un cielo azul y un sol radiante mientras la gente aplaudía.
Fue una mañana conmovedora la del viernes 27 de junio en la gruta de la Asunción en Detroit. El obispo John Quinn celebró una misa exequial hermosa por estos niños abortados (y por otros tres niños que murieron como consecuencia de la pérdida de embarazo). Todos fueron colocados en un pequeño cajón blanco que estaba en el centro de la iglesia.
Durante su homilía el obispo alabó el trabajo incansable de los activistas pro-vida. Después fuimos en procesión al cementerio contiguo a la Iglesia. Allí presidí la oración junto al sepulcro.
Prediqué sobre la lectura del capítulo 21 del Deuteronomio donde aprendemos que no existe el derramamiento “privado” de la sangre de un inocente. Cuando se mata a alguien, es un asunto de todos, y todos deben responder por ello. Por eso Dios mandó que si se encuentra un cuerpo muerto en el campo, debe haber una ceremonia pública y la gente debe pedir perdón aún si no fueron ellos los que cometieron el crimen.
Por eso tuvimos un funeral público y pedimos perdón por no haber hecho algo más para evitar el aborto de esos niños.
Este tipo de funerales debe desarrollarse en público y debe ser un evento de masas. Después de todo, el asesinato de estos niños ocurre en abortuarios que anuncian públicamente sus actividades, a veces incluso con fondos públicos. No hay que temer a la publicidad y a los medios de comunicación por desarrollar la obra de misericordia corporal de enterrar a los muertos y restablecer en alguna medida la dignidad de estos niños que fue arrebatada por el aborto que los desmembró.
El 27 de julio me encomendarán otros dos niños abortados y ese mismo día celebraré un funeral en Hanceville a las 3 de la tarde en el Santuario del Santísimo Sacramento fundado por la Madre Angélica. Todos están invitados
El sábado 12 de julio tendré un evento más alegre al que también quiero invitarlos. A las 8 de la mañana en la Iglesia Notre Dame de Bethlehem, Pensilvania bautizaré a dos bebés que fueron salvados del aborto afuera del centro de asesinatos local.
Pueblo de la Vida, ¡protejamos juntos a los vivos y honremos a la muertos!

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