domingo, 21 de septiembre de 2008

¿POR QÚE SEGUIR GESTANDO UN BEBÉ QUE VA A MORIR?

La perspectiva de una madre
Por Teresa Streckfuss
Muchos se han preguntado: “¿Cuál es el propósito?” O quizás nos han tenido lástima por continuar el embarazo en el caso de un bebé que no va a vivir mucho tiempo. Yo comprendo esas ideas, porque cuando mi hermana estaba embarazada de Thomas Walter (quien fue diagnosticado con anencefalia a la 18 semanas de concebido y vivió por 17 horas y media después de nacido), yo no podía tampoco entender con claridad la situación. Yo sabía que era lo “correcto” hacer. Pero en ese momento no me percaté de que yo no tendría otra opción si lo mismo me ocurriese a mí (aunque pensaba que ello no ocurriría). Sí pensé qué terrible era el saber durante 4 meses que al hijo que llevas en tu seno le será imposible el vivir fuera de tu matriz. Una vez que nació mi sobrino pude sostenerlo en mis brazos y verle finalmente como una persona real – una preciosa y única creación –y comencé a darme cuenta de que era mucho más que sólo una cuestión de “ética”. Para mi sorpresa cuando mi propio bebé, Benedicto, fue diagnosticado cuatro años más tarde con esa misma condición, fue que me resultó posible comprenderlo. Me ha tomado mucho tiempo el poder expresar en palabras mis sentimientos e ideas. Sólo ha sido desde el diagnóstico de mi hija Charlotte que he podido encontrar las palabras que malamente expresan mis sentimientos. Algunas personas piensan que continué el embarazo de Benedicto y Charlotte porque estaba en contra del aborto, porque éramos católicos o quizás porque el embarazo de nuestro sobrino había sido continuado hasta su nacimiento aún después de que sus padres recibieron un diagnóstico fatal. Aunque estos factores probablemente jugaron un papel en nuestro inmediato rechazo a la opción de ponerle fin a su vida (“terminarlo”), ¡esto no es de lo que se trataba! ¡Era por el amor! !Era por el bebé! No era por una trágica y fatal condición médica - ¡Era por mi hijo! Nosotros no somos más fuertes que otras personas. No es porque nosotros podíamos enfrentarnos a una situación a la cual otros no podían. No hay manera de evitar el triste hecho de que ella con esa condición no podrá vivir mucho tiempo después de su nacimiento, y el acelerar su muerte no evitaría que ello ocurriese. El causar su muerte anticipada sólo nos robaría la experiencia de conocerla y amarla. La tragedia no es para nosotros saber que nuestra niña morirá. La tragedia es que nuestra niña va a morir. No es nada agradable el saberlo con tanto tiempo de antelación pero nos da la oportunidad de poder apreciar una vida tan corta y no perdernos ni un momento de ella.
El valor de las vidas de Thomas Walter, Benedicto y Charlotte, no puede ser medido por su duración. Así no es como medimos la vida de los adultos. ¿Entonces por qué aplicar esa medida a los bebés? Un bebé no es una posesión, no es el resultado de una adquisición. Un bebé es un regalo, un nuevo ser, una preciosa alma individual amada por Dios. Somos creados con un propósito, hay una razón para estar en este mundo. Aunque esa razón no sea evidente para nosotros la mayoría de las veces, estamos constantemente afectando a otras personas en nuestras familias, comunidades, etc. ¿Quién sabe qué propósito puede lograrse en nueve meses y un día? Yo no lo sé pero Dios sí. Yo sí sé que Benedicto dejó una impacto permanente en nuestra familia. El nos obligó a tomarlo todo con más calma, saborear la vida, y valorar aún más a nuestros otros hijos. El nos hizo darnos cuenta de que no podíamos controlar o predecir lo que va a ocurrir en el futuro, él nos hizo confiar en Dios. Y ¿cuán a menudo se nos da la oportunidad de dar a otra persona un amor verdaderamente incondicional? ¿Un amor que en verdad no espera nada a cambio? En realidad es una bendición el sentir ese amor verdaderamente puro. Así que no nos compadezcan por traer al mundo un niño que morirá. El estar embarazada de esta bella persona es un honor. Laméntense de que nuestro bebé morirá. No vamos a olvidar el tiempo que tuvimos con Benedicto, como tampoco el que estamos teniendo con Charlotte, por evitarnos sólo el dolor de sus pérdidas. Siempre he pensado de todo ello así: si a tu niño de 3 años se le diagnosticara un cáncer incurable y le quedaran sólo 4 meses de vida; ¿preferirías que el doctor lo matase inmediatamente para no tener que esperar a su inminente muerte? O ¿preferirías tener la mayor cantidad de tiempo para estar con ella o con él por todo el tiempo que le quedará de vida? Alguien nos preguntó después que Benedicto murió: “¿Valió la pena?” ¡Por supuesto! Por la oportunidad de cargarlo, de verlo y quererlo antes de dejarlo ir. Por la oportunidad de que nuestros hijos vieran que nunca les dejaremos de amar, más allá de sus imperfecciones. Por la oportunidad de darle todo lo que sentimos mientras pudimos. ¡Por supuesto! Amen a sus hijos y recuerden que tienen sus propias y especiales misiones. Los niños son siempre una bendición de Dios -- aunque no se queden mucho tiempo…. Teresa escribió este artículo cuando estaba embarazada de Charlotte Mary, quien sería el segundo niño de los Streckfuss que padecía de anencefalia. Charlotte nació en la Sección de Cesárea del hospital el 21 de junio del 2004. Ella vivió 5 días y murió el mismo día que su hermano Benedicto, quien también sufría de anencefalia. Por favor visite www.benotagraid.net para obtener mucha información y otros artículos de familias que han enfrentado embarazos con diagnósticos muy problemáticos. Para obtener más información y ayuda (en inglés) contacte a: Christian Homes and Special Kids, Nathan/Chask, P.O. Box 310 Moyie Springs, ID 83845 Tel: (208) 267 6246, www.chask.org.

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