Sus fotos no están en las portadas de las revistas, ni sus vidas son objeto de valoraciones en buena parte de la prensa internacional, ni en la radio, ni en la televisión. Posiblemente sus testimonios de vida no tienen el impacto que deberían, pero ahí están, con la frente en alto porque caminaron y siguen andando contracorriente, porque no se abandonaron al derrotero de salidas aparentemente fáciles.
Alzan la voz contra el aborto“Mi vida acabó un 6 de febrero de 2007, cuando me arrancaron a mi bebé de mi vientre. Ese bebé que hubiera sido la gran felicidad de mi vida y el motivo de mi existencia. Ese bebé que, si le hubiera dado la oportunidad de vivir, hubiera sido el más feliz del mundo”.
Son palabras de Shaila, una joven española que abortó en Tenerife y cuyo testimonio recogió
hispanidad.com hace tiempo. La historia de Shaila refleja las presiones a las que una mujer se ve sometida para abortar. Ni sus padres ni su novio la apoyaron: “Estaba entre la espada y la pared… jamás tuve un apoyo de él para seguir adelante”, confesó.
En marzo de 2008, el semanario español Alba (
semanarioalba.com) sacó a la luz la historia de “María”, una anciana de 84 años que fue obligada a abortar por su ex esposo cuando tenía 27 años y aún no estaban casados. Tras contarle que estaba embarazada, el ex marido la metió en un taxi y la llevó a un piso de la calle de Barcelona 3, casi esquina con Santa Ana.
“Aquello era un pocilga, una carnicería”, recuerda. Le practicaron el aborto sin anestesia, con todos los dolores que eso supuso. El 3 de mayo de 1951, mes y medio más tarde, “María” tuvo una fuerte hemorragia en el retrete. Ahí es donde “nació” su hijo.
“Lo lavé, lo besé y lo metí en una caja de membrillo que tenía… Pensé en guardarlo en alcohol, pero tenía miedo de que mi madre se enterara, así que finalmente me despedí de él y lo tiré por el retrete”, contó “María”.
Pese a los distintos tratamientos y a todo este tiempo pasado, “María” (nombre ficticio para proteger su intimidad) no ha logrado superar el hecho. En su juventud quedó embarazada tres veces más, pero los tres embarazos terminaron en abortos naturales
La actriz Ellen Burstyn hizo el papel de angustiada madre en la película El exorcista. En septiembre de 2007, un entrevistador de la radio CFRB de Toronto le preguntó a la actriz de 74 años cuál fue el momento más bajo de su vida, a lo que ella contestó: “Sabes, odio hablar de esto al aire, pero fue someterme a un aborto. Fue una experiencia extremadamente dolorosa.
“En ese momento era joven y tonta, realmente no quería tener un bebé... Fue incorrecto hacerlo y realmente no lo comprendí hasta después. Eso fue muy doloroso, probablemente lo peor”, respondió también al ser interrogada sobre si no tuvo otra opción.
Contrario a lo que muchos piensan, estar contra el aborto no es cuestión de fe. Ahí está el caso de la jurista estadounidense que firma con el pseudónimo “Raving Atheist” (la atea de remate) en el conocido blog del mismo nombre.
Entrevistada por LifeSiteNews.com, la “atea de remate” declaró que “el bando pro vida se apoya más en la ciencia (embriología, ultrasonido) que el otro bando. De hecho, estos últimos se oponen a mostrar imágenes de ultrasonido de los niños a las mujeres que quieren abortar. Dicen que confunden”.
Ella no es la única. También está el caso del Nat Hentoff, un pro vida judío y ateo liberal. Además, en la web hay buen número de portales de la Liga Pro-Vida de Ateos y Agnósticos.
Pero estar a favor de la vida tampoco es cuestión de inclinaciones políticas. Es verdad que es poco común encontrarse con políticos ambientalistas que la defiendan, pero los hay. Es el caso de la alemana Hiltrud Breyer. Eurodiputada, casada, con dos hijos y 51 años, fue de las jóvenes fundadoras del Bündnis 90/Die Grünen, el partido de los verdes en Alemania.
Parlamentaria europea desde 1989, ha estado particularmente activa en las campañas en defensa de la salud pública y de los auténticos derechos de la mujer. En Estrasburgo ha fundado un “inter-grupo” de bioética que hasta el presente se sigue reuniendo periódicamente para discutir, por ejemplo, sobre el valor del embrión.
¿Por qué defiende la posición de ayuda a la salud de la mujer embarazada, valorando al bebé, si esto es ir contracorriente y podría ser tachada de oscurantista?
“Algunas veces recibo críticas de realidades ambientalistas o feministas… La idea que me he hecho es que hay una reflexión condicionada: si el Papa o las autoridades eclesiásticas se expresan en una cierta dirección, es obligatorio tomar una posición contraria. El mérito de los interrogantes es secundario: lo importante es asumir una posición antitética a aquella que es vista como una idea clerical”, declaró al diario italiano Avvenire (Cf. 17.01.2008).
Madres valientes, niños agradecidosNicole es una joven colombiana de 19 años que conmovió a su país en enero de 2008. Fue reclutada por la guerrilla colombiana cuando tenía 10 años y, tras 9 años dentro, escapó para evitar que la sometieran a un aborto. La joven denunció que es práctica común en las FARC hacer abortar a las madres jóvenes.
El Daily Mail de Inglaterra contó hace unos meses la historia de Jodie Percival, una joven de 25 años de edad que intentó abortar a su tercer hijo debido a que éste nacería con una enfermedad congénita. Jodie y su novio Billy Crampton decidieron acabar con la vida de su hijo Finley a las ocho semanas de embarazo.
Tiempo después del aborto, Jodie sintió movimientos en su vientre, acudió al médico y descubrieron que el bebé tenía ya 19 semanas: “No podía creerlo. Este era el bebé que yo pensé ya había eliminado”, declaró al medio inglés. Los doctores explicaron a la pareja que el niño podría sobrevivir y llevar una vida más o menos normal, así que aceptaron darle la oportunidad.
“No podía creer todo lo que este niño atravesó y que además se vea ahora tan perfecto. Me cuesta pensar en lo que ha tenido que pasar. Ahora está aquí y no lo cambiaría por nada del mundo”, confesó Jodie tras el nacimiento de Finley, su bebé.
En noviembre de 1994 Helene, la madre de Guadalupe Lovera quien hoy tiene 12 años, pensó abortarla. Helene tenía ya dos niños y su novio no deseaba al tercero. Sin apoyo, no le quedó más remedio, así que ingresó en una clínica abortista en Orlando.
De camino a la clínica, se encontró con algunos manifestantes pro vida quienes le ofrecieron ayuda. En el momento no la aceptó. Ya dentro del “abortoario” echó un vistazo por la ventana y vio a un sacerdote que acompañaba al grupo de manifestantes. Fue ahí donde reflexionó sobre la gravedad de lo que iba a hacer. Salió a donde estaban los pro vida y aceptó su ayuda.
“¡Lamenté tan sólo el hecho de haber entrado!”, declaró más tarde. Hoy, Guadalupe, la hija de Helene, lleva una vida feliz: “Ahora estoy en Ponciana viviendo bien y quería decirles: ¡gracias! (…) Me siento muy contenta de que estuvieran allí el día que mi madre pensó abortarme, porque si no hubieran estado, probablemente hubiera sido abortada”, dijo en un emotivo video que envió al Padre Frank Pavone, presidente de Priest for Life, y que todavía puede verse en
www.pfltv.com/guadrespfl.
En julio de 2007 sucedió otro milagro. Ashley, una joven de 20 años con un embarazo de siete meses, se presentó en el consultorio del doctor Matthew Harrison en Carolina del Norte. Unos días atrás había ingerido el fármaco RU-486 para abortar a su hijo, pues su novio la presionó para que lo hiciera.
Sin embargo, Ashley cambió de opinión y, arrepentida, hizo lo posible por salvar a su bebé. Tras escuchar a la joven, el médico, asesor de Priest for Life, hizo todo lo posible por ayudarla. Le inyectó progesterona, y aunque Ashley sangró todo un fin de semana, dos meses después nació su hija a la que llamó Kaylie.
Todas estas historias son reales. Son mujeres de carne y hueso, heroínas que invitan al heroísmo, antorchas que disipan las tinieblas de todo ese ambiente que abraza la muerte porque no ha sabido ver la belleza de cada vida. Unas fueron firmes desde el inicio, y siguen siéndolo en la defensa por la vida de todo ser humano, especialmente del más indefenso. Otras han conocido personalmente el trágico significado de un aborto en sus vidas, y por eso hoy se oponen a él.
Jorge Enrique Mújica