La Conferencia Episcopal Argentina reiteró ayer que el bien del matrimonio y la familia es “inalterable”, y advirtió que “no hay una realidad análoga que se le pueda igualar”, porque “no es una unión cualquiera entre personas; tiene características propias e irrenunciables, que hacen del matrimonio la base de la familia y de la sociedad”.
Tras señalar que “corresponde a la autoridad pública tutelar el matrimonio entre el varón y la mujer con la protección de las leyes, para asegurar y favorecer su función irreemplazable y su contribución al bien común de la sociedad”, alertó que “si se otorgase un reconocimiento legal a la unión entre personas del mismo sexo, o se las pusiera en un plano jurídico análogo al del matrimonio y la familia, el Estado actuaría erróneamente y entraría en contradicción con sus propios deberes al alterar los principios de la ley natural y del ordenamiento público de la sociedad argentina”.
Los obispos reunidos en la 99ª Asamblea Plenaria, que delibera en la casa de ejercicios El Cenáculo – La Montonera, de Pilar, manifestaron así, por medio de una declaración, la posición de la Iglesia ante el avance legislativo de proyectos de ley para modificar el Código Civil, para permitir el mal llamado “matrimonio” entre personas del mismo sexo y hasta la posibilidad de que estas parejas puedan adoptar niños.
El Episcopado sostuvo que “constatar una diferencia real no es discriminar”, porque “la naturaleza no discrimina cuando nos hace varón o mujer”, y recordó que “nuestro Código Civil no discrimina cuando exige el requisito de ser varón y mujer para contraer matrimonio; sólo reconoce una realidad natural. Las situaciones jurídicas de interés recíproco entre personas del mismo sexo pueden ser suficientemente tuteladas por el derecho común”.
Asimismo, estimó que “sería una discriminación injusta contra el matrimonio y la familia otorgar al hecho privado de la unión entre personas del mismo sexo un estatuto de derecho público”.
Los obispos también apelaron a “la conciencia de nuestros legisladores para que, al decidir sobre una cuestión de tanta gravedad, tengan en cuenta estas verdades fundamentales, para el bien de la Patria y de sus futuras generaciones”, y exhortaron a los católicos a que, en el marco del bicentenario patrio, recen “intensamente a Dios Nuestro Señor para que ilumine a nuestros gobernantes y especialmente a los legisladores” y que “no vacilen en expresarse en la defensa y promoción de los grandes valores que forjaron nuestra nacionalidad y constituyen la esperanza de la Patria”.
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