martes, 14 de octubre de 2008

LA IGLESIA EN AUSTRALIA CONSIDERA QUE LA NUEVA LEY DEL ABORTO ES UNA "DERROTA DE LA VIDA"

MELBOURNE, martes 14 de octubre de 2008 (ZENIT.org).- Los cristianos australianos han recibido con “gran decepción” la nueva ley del aborto del estado de Victoria, aprobada el pasado 8 de octubre, que supondrá la instauración del aborto libre hasta la semana 24 de gestación, y bajo ciertas condiciones hasta el momento del nacimiento.
Según informa la agencia Fides, los católicos y los cristianos de todas las confesiones llevaban semanas intentando sensibilizar a la opinión pública, con marchas y vigilias de oración en todo el país, contra una ley polémica que hasta el último momento había dividido internamente a los partidos representados en el Parlamento.
El arzobispo de Melbourne, monseñor Denis Hart, calificó la nueva ley como “derrota de la vida, de la sociedad y de la convivencia civil”, y como una “traición a la humanidad, a la mujer y a los niños inocente no-nacidos”.
El prelado ratificó la decisión “de no practicar abortos en hospitales o estructuras sanitarias católicas”, y pide que a los “médicos católicos que trabajan en estructuras públicas les sea concedida la posibilidad de poner en acto su objeción de conciencia”.
Por su parte, el cardenal George Pell, arzobispo de Sydney, que se encuentra en Roma para el Sínodo de los Obispos, había hecho llegar en los días previos a la votación de la ley, un mensaje de apoyo a las manifestaciones provida.
Según el cardenal Pell, esta ley recién aprobada supone un “peligroso precedente” para otras leyes semejantes en territorio australiano.
“Todo ser humano tiene el derecho inherente a la vida. No hay derecho a destruir a personas inocente, y nuestras comunidades deberían ofrecer a las mujeres embarazadas en situación de vulnerabilidad algo más que un número cada vez mayor de formas de matar a sus hijos inocentes”.
Otro de los aspectos preocupantes de la ley es, afirma el purpurado, es el no reconocimiento a la objeción de conciencia de los médicos y personal sanitario.
“La capacidad de ejercer la objeción de conciencia es una piedra angular de la democracia. Es la diferencia entre una sociedad libre y otra sujeta a la tiranía”, afirma el purpurado. “Todos debemos tener el derecho a tener una creencia y a no ser obligados por el Estado a actuar contra nuestras convicciones”.
[Por Inma Álvarez]

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