Con la misma intensidad con la que cree en Dios y en que el aborto es un crimen, el ex obispo castrense Antonio Baseotto piensa que existe un plan del gobierno para atacar a la Iglesia Católica. Un plan que, dice, responde a la ideología de varios funcionarios kirchneristas. ¿De qué ideología se trata? “Marxista, perfeccionada por Gramsci”, teoriza Baseotto. Desde ese paradigma, el ex capellán de las Fuerzas Armadas descubre unidad en sucesos, a primera vista, aislados. “La tendencia del Gobierno a facilitar el aborto”, “las falsas acusaciones” contra el cura Julio César Grassi, “víctima de la campaña de desprestigio” y la “visión parcial sobre los años setenta”, son –entiende Baseotto– evidencias ciertas sobre la organicidad del plan.
Tres años pasaron desde la célebre carta pública de Baseotto en la que, a raíz de las declaraciones del ex ministro de Salud Ginés González García en favor de despenalizar el aborto, proponía –citando el Evangelio– que “los que escandalizan a los pequeños merecen que les cuelguen una piedra de molino al cuello y los tiren al mar”.
–A tres años de aquella carta por la que el presidente Néstor Kirchner exigió su expulsión como obispo, ¿sigue preocupado por la posible despenalización del aborto?
–Sí, es algo sumamente grave. Crecen las discusiones en las cámaras del Congreso, cada vez hay más campañas y dentro del Gobierno se nota una tendencia a facilitar el aborto.
–Pero la Presidenta dijo estar en contra de despenalizarlo.
–Simplemente, entonces, que cumpla con lo que manifestó.
–¿No le cree?
–Espero que cumpla, nada más. Que cumpla.
–¿A qué atribuye esa “tendencia” a facilitar el aborto?
–Por un lado, a presiones externas. Hay una política mundial, sobre todo en Occidente, que intenta facilitar el aborto. Es una especie de malthusianismo: condicionan a los países a través de los préstamos financieros.
–¿Quiénes?, ¿el FMI, por ejemplo?
–Sí, claro.
–¿Y qué otro factor influye?
–La ideología está metida en más de uno en el Gobierno. Ahora se habla mucho de los derechos humanos y no se tiene en cuenta el derecho del no nacido ni el derecho de la madre.
–¿Se refiere al discurso del Gobierno sobre la dictadura militar?
-Sí, tienen una visión parcial y no hay error más grande que ése. No hay mentira más grande que una media verdad. No usan la misma vara para medir a un sector y al otro. Es una mirada subjetiva y parcial.
–¿Por qué cree que el Gobierno tiene esa visión que describe?
–En parte, lo hacen concientemente, por ideología. Además, hay ligereza, no se ve la profundidad de sus acciones, de las leyes que sancionan.
–Cuando habla de ideología, ¿a qué se refiere específicamente?
–En el fondo, todavía está presente la ideología del marxismo, perfeccionada por Gramsci, en más de uno. Es decir, el Gobierno ataca a la Iglesia porque es marxista y quiere el aborto.
–¿La relación del Gobierno con la Iglesia Católica también está teñida por la ideología marxista?
–Sí, lógicamente, no quieren saber nada con la visión trascendente que sostiene la Iglesia, ni con ninguna de las enseñanzas propias de la Iglesia. Por principio, están en contra, se oponen. Siempre hubo algo de ellos influenciado por esa ideología, quizás ahora tenga una presencia mayor.
–En ese contexto, ¿qué opina del juicio por abuso de menores al cura Grassi?
–Veo cosas poco claras, los testimonios se contradicen. No creo que haya habido abuso de parte de él. Sospecho que detrás del juicio también hay una campaña de desprestigio hacia la Iglesia.
–¿Entonces, usted cree que Grassi es inocente?
–Sí, es inocente. Son acusaciones falsas. Grassi es víctima de una avanzada que busca desprestigiar a la Iglesia.
–¿Se arrepiente de haberle dedicado al ex ministro de salud Ginés González García esa cita que sugería “tirar al mar” a los que “escandalizan a los pequeños”?
–No, he dicho lo que tenía que decir. Era mi deber y no podía callarme.
–¿Por qué?
–Porque él defendía públicamente el aborto y propiciaba por todos lados el uso de preservativos. Era una forma de inducir a los adolescentes a proceder mal, al pecado. Entonces cité el Evangelio para reforzar mi pensamiento. Pero se ve que este hombre no había leído el Evangelio.
–¿No fue una alusión a los vuelos de la muerte de la dictadura?
–Ni se me pasó por la cabeza. Además, no sé si hubo vuelos de la muerte.
–¿Cree que no existieron?
–Escuché que un hombre de la Fuerza Aérea, al que no ascendieron a tiempo, juró que se la iban a pagar y, entonces, empezó a hablar sobre estos vuelos de la muerte. Creo que así fue. Ahora, si hubieran existido, son reprobables.
–¿Qué le diría ahora a Ginés González García?
–No cambiaría ni un punto ni una coma de la carta que le mandé. Quisiera que lo piense bien. Y, además, que sepa que me acuerdo de él ante Dios; que no dejo de rezar por él para que Dios le abra los ojos.
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