El obispo de Nueve de Julio, monseñor Martín de Elizalde, recordó que “el respeto por la vida comienza con una sexualidad que tenga en cuenta la ley inscrita en la naturaleza, y por ello tiene sus condiciones y sus tiempos. Comprende aspectos muy importantes para la persona, su madurez, su evolución sicológica, la relación entre lo físico y lo afectivo”. “Cuando la educación, que debería orientar hacia el amor, con seriedad y compromiso, y no hacia el hedonismo insignificante, se limita a la ‘prevención’ de enfermedades y del mismo embarazo precoz, está predisponiendo, con la premisa de una falsa seguridad corporal, para una sexualidad inmadura, sin proyecto, con el cuidado tan solo que no se produzcan las consecuencias indeseadas. Y esta conducta, desgraciadamente promovida por las campañas oficiales y justificadas por el ambiente cultural que nos rodea, es la antesala de un grave daño para la juventud, por su visión reductiva de la vida y de la persona”, advirtió. En un mensaje con motivo del Día del Niño por Nacer, el prelado sostuvo que “si fallan esos recaudos, entonces se presenta la alternativa del aborto, legitimada en alguna medida por la legislación pero que va adquiriendo cada vez mayor aceptación social y visibilidad pública”, y reiteró que “se trata de un hecho gravísimo, que la misma naturaleza condena, y que la Iglesia sanciona con penas gravísimas”. “La caricatura del amor, en una sexualidad sin compromiso humano ni vínculo espiritual, se convierte, aunque no se lo busque ni desee, en la mueca horrible de la muerte. Las argumentaciones de los políticos, las razones aducidas a partir de la ideología de género o de una concepción eugenista de la salud, cuando no del simple egoísmo o del materialismo, no pueden disfrazar la verdad. Pero de aquellos principios, una sexualidad sin guía ni finalidad, se concluye, aunque siempre con sufrimiento y con profundos desgarros, en la difusión de las conductas abortistas”, subrayó. Tras asegurar que “no basta con lamentar y condenar los excesos”, consideró que “es preciso que los padres y educadores, las autoridades políticas y las instancias sociales, las comunidades religiosas, los medios de comunicación, en fin, todos, nos preocupemos por encarar de manera completa y global esta situación, para prevenir de verdad, no solo en aquellos aspectos parciales que son los más nombrados, sino para orientar con seriedad y con objetivos duraderos de bien y de provecho. En la educación del carácter, la fundamentación de los principios, el ejercicio de las virtudes, la propuesta a aspirar por una felicidad verdadera, son los medios indicados para ello”. Por último, monseñor Elizalde sostuvo que “la sociedad, y en especial los cristianos y todos los hombres y mujeres de buena voluntad, tiene que hacerse cargo de esta realidad, que es la niñez y la juventud que carece de un ámbito familiar adecuado, que no tiene acceso a una educación integral, que crece desconociendo los valores y las metas, y que a sus muchas carencias, agregan las que son tal vez más significativas: la falta de una conciencia formada, de un proyecto constructivo, de una esperanza que los anime y motive”.+Texto completo del mensaje
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