REDACCION HO.- Los testimonios que empiezan a llegar del terremoto de Haití hablan de una total devastación tras el fortísimo seismo que sacudió la capital de la isla:
"Desde los escombros se oyen gritos de socorro de los que se han quedado dentro y los parientes se desesperan por la impotencia."
Son las palabrtas de la cooperante italiana de la Asociación de Voluntarios para el Servicio Internacional, Fiammetta Cappellini, quien presenció el terremoto de siete grados de magnitud en la escala Richter que devastó ayer el oeste de Haití.
El testimonio de esta mujer narra "el panorama devastador" en que se ha convertido la isla caribeña y, en especial, su capital, Puerto Príncipe, donde, según subrayó, "las calles se han convertido en una trampa" y, en toda la ciudad, "la gente se queda en la calle, unos porque ya no tienen casa y otros porque temen una nueva sacudida".
Cappellini explicó que fueron dos terremotos. En concreto, la primera sacudida tuvo lugar alrededor de las 17,00 horas y, según afirmó, fue "fortísima y duró más de un minuto", tras la cual, y "viendo que no había daños materiales relevantes", intentó volver a casa aunque su coche estaba bloqueado, por lo que decidió volver a la oficina y equiparse con agua potable y cosas similares.
En este momento fue cuando le sorprendió la segunda sacudida y hasta aproximadamente las 22,00 horas "la situación no se normalizó un poco":
"Los edificios más importantes habían desaparecido, bloques enteros de varios pisos estaban a ras del suelo y, un supermercado muy conocido, que a esa hora tenía que estar lleno de gente, estaba reducido a ruinas."
Hacia la medianoche, Cappellini consiguió llegar a su casa y encontrarse con su marido:
"Tras más de dos horas de viaje para hacer menos de diez kilómetros por carreteras impracticables, la casa que estaba al lado de la mía ya no existía. Por las calles vagaban personas presas del pánico y de histeria, heridos buscando ayuda, luces de alta potencia colocadas para poder continuar con las actividades de rescate y todos los medios de la misión de la ONU movilizados para ayudar, aunque sus mismos trabajadores habían sufrido daños graves. Rezad por este país en desgracia."
"Desde los escombros se oyen gritos de socorro de los que se han quedado dentro y los parientes se desesperan por la impotencia."
Son las palabrtas de la cooperante italiana de la Asociación de Voluntarios para el Servicio Internacional, Fiammetta Cappellini, quien presenció el terremoto de siete grados de magnitud en la escala Richter que devastó ayer el oeste de Haití.
El testimonio de esta mujer narra "el panorama devastador" en que se ha convertido la isla caribeña y, en especial, su capital, Puerto Príncipe, donde, según subrayó, "las calles se han convertido en una trampa" y, en toda la ciudad, "la gente se queda en la calle, unos porque ya no tienen casa y otros porque temen una nueva sacudida".
Cappellini explicó que fueron dos terremotos. En concreto, la primera sacudida tuvo lugar alrededor de las 17,00 horas y, según afirmó, fue "fortísima y duró más de un minuto", tras la cual, y "viendo que no había daños materiales relevantes", intentó volver a casa aunque su coche estaba bloqueado, por lo que decidió volver a la oficina y equiparse con agua potable y cosas similares.
En este momento fue cuando le sorprendió la segunda sacudida y hasta aproximadamente las 22,00 horas "la situación no se normalizó un poco":
"Los edificios más importantes habían desaparecido, bloques enteros de varios pisos estaban a ras del suelo y, un supermercado muy conocido, que a esa hora tenía que estar lleno de gente, estaba reducido a ruinas."
Hacia la medianoche, Cappellini consiguió llegar a su casa y encontrarse con su marido:
"Tras más de dos horas de viaje para hacer menos de diez kilómetros por carreteras impracticables, la casa que estaba al lado de la mía ya no existía. Por las calles vagaban personas presas del pánico y de histeria, heridos buscando ayuda, luces de alta potencia colocadas para poder continuar con las actividades de rescate y todos los medios de la misión de la ONU movilizados para ayudar, aunque sus mismos trabajadores habían sufrido daños graves. Rezad por este país en desgracia."
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