jueves, 22 de mayo de 2008

LA INFERTILIDAD: EPIDEMIA SILENCIOSA Y GRAN PREOCUPACIÓN PROVIDA

Joseph Meaney
Director de Coordinación Internacional de HLI

En la actualidad, hay una especie de epidemia de infertilidad que está afectando a muchas personas en EEUU. Uno de cada cinco matrimonios tiene dificultades para lograr un embarazo o para que éste no se pierda.

Luego de buscar la bendición de los hijos, mi esposa Marie y yo quedamos sorprendidos al enterarnos de que formábamos parte de la población infértil. Cuando consultamos a los médicos, muchos de ellos nos recomendaban la fecundación in vitro (FIV) de forma rutinaria, sin ni siquiera intentar investigar o tratar los problemas médicos que impiden la concepción.

Sólo en EEUU, cada año se realizan 100.000 intentos de FIV, una cifra verdaderamente alarmante. En esos intentos, usualmente los técnicos involucran a más de un embrión. La inmensa mayoría de esos bebés no sobreviven los antinaturales procedimientos de descongelación y transferencia al cuerpo de la mujer. En estos momentos, en EEUU hay medio millón de diminutos bebés congelados, a la espera de que eventualmente los utilicen, y 50 mil más se les añaden cada año. En Croacia, el Dr. Antun Lisec, quien preside la filial de HLI en ese país, asegura que mueren más bebés a causa del negocio de la “fertilidad” que a causa del aborto quirúrgico.

Los matrimonios católicos que sufren el dolor de la infertilidad y la presión de ciertos médicos, pueden sentirse tentados por la FIV, aunque existen medios morales y eficaces para combatir la infertilidad, sin los riesgos que esta técnica tiene para la salud de los bebés y sus mamás. ¿Cómo es posible que cooperemos con un negocio lucrativo que trata a los niños como objetos de producción, de “control de calidad”, de experimentación y, en la mayoría de los casos, de desecho? Los métodos modernos de la planificación natural de la familia (PNF) han ayudado a muchos matrimonios a concebir, por medio de la determinación de los días más fértiles del ciclo de la esposa. Existen diagnosis y tratamientos para las causas de la infertilidad que especialistas sobresalientes han hecho disponibles, como el Dr. Thomas Hilgers del Instituto Pablo VI, en Omaha, Nebraska, EEUU.

Los católicos tienen la bendición de contar con el documento Donum vitae, que también se titula “Instrucción sobre el respeto a la vida naciente y la dignidad de la procreación”, de la Congregación para la Doctrina de la Fe (CDF). El Cardenal Joseph Ratzinger, antes de ser elegido el Papa Benedicto XVI, presidía la CDF y explicó en ese documento la inmoralidad de la FIV, las madres “en préstamo” y la experimentación con embriones humanos. Esta instrucción magisterial está disponible en español en el portal de VHI, http://www.vidahumana.org/, en: http://www.vidahumana.org/vidafam/iglesia/donum.html. Es probable que el Magisterio publique pronto otro documento acerca de las nuevas técnicas de fertilidad que han surgido recientemente y acerca de las cuestiones morales en torno a las mismas.

Probablemente la mayoría de nosotros conozca a matrimonios que son incapaces de concebir o que tienen dificultades para lograrlo. Es esencial manifestarles nuestra comprensión y compasión, si queremos disminuir, en vez de aumentar, su sufrimiento. Las mujeres infértiles reportan un nivel similar de dolor emocional a las que han recibido el diagnóstico de cáncer de mama. Por consiguiente, debemos tomar el tiempo necesario para aprender qué debemos decir, para aliviar ese sufrimiento; y qué evitar, para no abrir más las heridas. Si se hacen preguntas acerca de las causas de la infertilidad, ello se puede interpretar dolorosamente como un deseo de satisfacer la curiosidad, en vez de una muestra de apoyo. Los familiares y los amigos deben evitar la impaciencia con el proceso de aflicción, que puede ser bastante largo. Como la infertilidad es una “mina emocional”, los que desean ayudar, deben reflexionar cuidadosamente antes de lanzarse a dar consejos. Como regla general, es mejor dejar que el matrimonio en cuestión tome la iniciativa en abordar el tema. El escuchar con comprensión y sensibilidad acerca de la cruz que ellos están llevando, es una hermosa manera de dar testimonio del amor infinito de Dios y del deseo que Él tiene de que ayudemos a otros a llenar sus necesidades humanas más fundamentales (véase Mateo 25:31-46). Mi esposa ha grabado una impactante charla en la cual se abordan éstos y otros importantes aspectos de la infertilidad (véase, en inglés: http://www.hli.org/infertility/).

Por su parte, los matrimonios que sufren la infertilidad deben aprender a superar las tentaciones destructivas, como el caer en la conmiseración propia, “evitar la cruz” por medio de una actitud estoica, el estar enojados con Dios o el envidiar a otros.

Nuestro mundo actual carece del respeto más fundamental hacia la vida humana. La “solución” de la FIV para la infertilidad, que se promueve a menudo, manifiesta claramente esta depravación cultural. Tanto la clara doctrina de la Iglesia como las alternativas morales están disponibles, pero son pocos los que conocen estos recursos que afirman la vida.

Quiero terminar añadiendo que el don más grande que el Señor nos ha dado es la paternidad y la maternidad espirituales. Ello es verdad en el caso del sacerdocio y la vida religiosa, pero también lo es para ciertos laicos en el plan misterioso y amoroso de Dios. Estemos a la altura de este reto, como portadores que somos del Evangelio de la Vida.

Fuente: Joseph Meaney, “Infertility... A Silent Epidemic and a Growing Pro-Life Concern”, Spirit & Life®, boletín electrónico de HLI, Vol. 3, No, 20, 16 de mayo del 2008, http://www.hli.org/.

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